Algunas veces cuando el cielo esta oscureciendo me siento inducida por la pena del final del día.
El cielo empieza a ponerse anaranjado y las pulsaciones de mi corazón son aceleradas haciendo que comience a darme cuenta de que somos seres finitos y que algún día, quizás lejano o no, no veremos un nuevo amanecer pero sí un último atardecer.
Son en esos último segundos antes del crepúsculo cuando los ojos son iluminados por la esperanza de un nuevo día.
Mis pasos me llevaran inevitablemente hacia un final que aún no está escrito pero sé con certeza que existe y que algún día alcanzaré. Mis pasos, estos que a veces se mueven con más ímpetu y otras son rastrados por la inercia del mundo, son los que algún día marcaran el final de mi historia.
Quiero seguir viviendo imaginándome que mi final será, sin duda, como los atardeceres.
Lia.
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